La película, que en su primera semana acumuló más de 6.700 espectadores, se puede ver en cines de varias ciudades del país, entre ellas Bogotá, Cali, Cartagena, Barranquilla, Medellín, Cúcuta, Neiva, Ibagué, Valledupar y Riohacha en La Guajira, donde se rodó la película con el apoyo y el aporte de la comunidad indígena audiovisual wayúu.
Con el fin de contribuir con el acceso equitativo a la cultura, los productores de la película lanzan una campaña de donación de boletas, a través de www.semilladeldesierto.com y de TuBoleta, para que jóvenes mayores de 15 años de La Guajira puedan asistir al cine y ver la ópera prima del director urumitero Sebastián Parra R.
Vía: Litza Alarcón Romero
En diversas salas de cine del país se proyecta Semilla del desierto, una película del director Sebastián Parra R. y el productor Andrés Gómez D. que se produjo con la participación y colaboración de los pueblos guajiros de Riohacha, Manaure, Uribia y el Cabo de la Vela.
Este universo, atemporal y desértico, se rodó en 32 planos secuencia durante 16 días. Y aunque fue filmada en La Guajira, no se enfoca en este departamento, sino en un universo que reinterpreta el continente latinoamericano. Este concepto abordado desde el guion y el diseño de producción permitió la creación de este lugar donde no existe la inocencia.
“La productora Wayúu Leiqui Uriana nos abrió los espacios con líderes indígenas wayúu para poder lograr su bendición. Ellos nos dieron bastantes parámetros sobre cómo habitar y respetar el territorio, ya que filmamos en lugares muy sagrados para la comunidad, como lo es el Cabo de la Vela”, comenta Andrés Gómez D., productor de la película y de Solar Cinema.
Para la película se creó un universo atemporal, cuya estética es representada por el óxido y la constante erosión presente no sólo en el ambiente, sino también en sus personajes. Esto permitió destacar la realidad, sus desafíos, pero también la esperanza y fortaleza contenida en este lugar.
Este mundo se logró gracias al trabajo de un equipo encabezado por Belen Toscano, diseñadora de producción; David Curto, cinematógrafo y Aleix Cuaresma, a cargo del sonido.
Campaña de donación de boletas
Como parte del compromiso con el acceso equitativo a la cultura y al cine nacional, los productores de Semilla del desierto adelantan una iniciativa de donación de boletas que permitirá que jóvenes mayores de 15 años de La Guajira puedan asistir a ver la película en salas de cine.
Esta acción no solo fomenta el acceso cultural, sino que también prolonga la permanencia de la película en cartelera, aumentando los estímulos asociados a la asistencia, como el que obtuvieron al ganar el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC) en 2021.
Donar es muy sencillo: los interesados pueden hacerlo desde la página web www.semilladeldesierto.com o buscando Semilla del desierto en la plataforma de TuBoleta. Cada donación se convierte en entradas que serán entregadas a jóvenes mayores de 15 años en esta y otras regiones del país donde el acceso al cine es limitado.
Gracias a esta campaña y a las primeras donaciones, alrededor de 1.500 estudiantes de varios colegios del departamento de La Guajira podrán asistir al cine y verse representados en pantalla.

La historia y los personajes
Semilla del desierto propone una reflexión sobre la forma en que el cine puede, y debe, conectar con los espectadores de todo el mundo, sin perder su capacidad de reinventar el lenguaje visual y narrativo. Y para trascender fronteras es necesario traspasar las limitaciones del contexto y hablar directamente a la esencia humana.
Sin embargo, toda historia universal nace de una experiencia personal y Semilla del desierto es la reinterpretación de las vivencias de infancia del director Sebastián Parra R., quien creció en Urumita municipio de La Guajira. El resultado es una película que refleja un mundo en el que una joven pareja decide contrabandear gasolina para cambiar su vida, ignorando los desafíos que la ruta del infierno tiene para ellos.
Además de las vivencias del director y de amigos suyos muy cercanos, la construcción de la narrativa se nutrió con los aportes de diferentes visiones y experiencias de los integrantes de la película, llevando al concepto de inocencia perdida, que supera los límites geográficos, como lo explica el director:
“Cuando iniciamos el proceso de casting tomamos la decisión de no buscar actores, sino personas. Esto permitió que pudiéramos reescribir el guion con base en las vivencias compartidas en las jornadas de preparación actoral. Es el caso de Andrés Agressoth, que encarna a Callo-Callo, quien nos contó que no tiene televisión y que lo más parecido al cine eran las películas que veía en el colegio en las que aparecen caballeros que hablan con una formalidad extrema, y eso es lo que él proyecta en pantalla”.
Por su parte, Sebastián Damián, sostiene que su personaje de Caviche es decidido, fuerte, audaz e inteligente, y aunque se muestre frío, serio y silencioso, siempre está observando y analizando las situaciones. “Nuestras personalidades son bastante parecidas en algunos ámbitos emocionales y siento que hubo una gran cercanía con él, eso me permitió llevar más fácil la trama. Somos tan parecidos que las cosas sólo sucedieron por casualidad o coincidencia de la vida, es como si lo hubieran escrito para que lo compartieran conmigo”.
El personaje protagónico femenino es Chelina, a quien la actriz Yornexzi Ibarra, describe como “una chica que dejó su niñez y se convirtió en una mujer fuerte y con liderazgo”, al tiempo que sostiene que se enamoró de su personaje “porque Chelina soy yo”. Tal vez, por eso, considera que la película, a pesar de ser una ficción, “es una historia tan real como el hecho de que a los niños les ha tocado ser adultos… esto se ve y se repite a diario en todas partes del mundo y a muchas personas nos ha tocado vivirlo día a día”.
Esta opinión de Yornexzi se refuerza con una poderosa frase que se comparte con el espectador al comienzo de la película: “De las grietas de Latinoamérica emerge un pueblo que devora sueños y convierte a los niños en adultos prematuros”.
Esa frase encierra todo lo que sucede en este universo en el que Caviche y Chelina se encuentran ante una difícil decisión cuando descubren un embarazo inesperado y juntos, emprenden un viaje a través de la ruta del infierno, viéndose enfrentados a desafíos y difíciles confesiones. En medio de la aridez del camino, su amor será puesto a prueba mientras luchan por sobrevivir y encontrar una salida.

Una película con ritmo natural
El concepto general de este mundo donde la inocencia se ha perdido se reforzó con una banda sonora que fusiona la champeta africana con la electrónica. A esto se suman sonidos naturales inspirados en insectos y distintas frecuencias de viento, elementos que remiten a una memoria sonora íntima del director Sebastián Parra R., quien trasladó a la pantalla sensaciones acústicas propias de su infancia en la región.
La música, en su mayoría diegética —es decir, emitida por parlantes de carros o radios dentro del universo narrativo— fue una propuesta liderada por el productor Andrés Gómez D., quien desarrolló la identidad musical del filme junto al asesor musical Nicolás Molina.
“La música que acompaña a estos personajes en un universo atemporal que no está situado en ningún lugar, tiene influencias latinas y africanas. Esto permite que este mundo pueda ser contemporáneo, pero también futurista o estar perdido en el pasado. La banda sonora representa la originalidad de los personajes y del universo”, dice Andrés Gómez D. productor de Solar Cinema.
Semilla del desierto es una película de Solar Cinema, en coproducción con Lisa Maric (Estados Unidos); con el apoyo del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, Proimágenes Colombia, en asocio con Plenty Good, Monserrate Films, La Tina Sonido, Feel Marketing, Fruit Punch, La Bonita. Los agentes de ventas internacionales son Loco Films de París (Francia) y la distribución en Colombia está a cargo de Royal Films en asociación con The Gseven.
www.semilladeldesierto.com – www.solarcinema.co – www.boxfilmco.com
