jueves , noviembre 21 2024

Una confesión envuelta en poesía

Soy el reflejo en el vidrio del carro que nunca podré tener

CPSADMM

Por: Jasa Rehm

Lo cotidiano, absurdo, necesario, pasional y discursivo se encuentran en esta confesión literaria. Una corta pero bien representada obra de lo que podría llamar “lo autóctono del barrio”. “En “Confesión para ser absuelto de mí mismo” el autor se pone en sus propios zapatos, no busca hacer covers ni jugar al juglar que interpreta lo de otro juglar.

Saltar de un texto a otro no fue tan fácil como pasar de página, leer de amor y luego de comer en la esquina de la casa con grasa en los dedos, da cuenta de una línea anti todo que nos lleva hasta el cielo y nos estrella contra un poste, para después revolcarnos como cerdos en el asfalto citadino.

No podría definirlo como un “libro de” o “parecido a” porque viaja por los sentires, gustos y mal gustos del escritor, lo que es, como la vida misma, muchas cosas. Por otro lado (o por el mismo), parecen varios libros en uno, armados cual Frankenstein, pero a la vez con una cuidada curaduría en el orden que se presenta.

Aquí, como en la mayor parte de la poesía, logré encontrar los “dedicables” y los reflexivos, pero también los «inclasificables», esos que en la primera lectura se rebelan al lector y lo sacan de su estado intelectual, mostrando en carne viva un día en la ciudad, con verso, pero sin tregua, como hablar en el barrio, pero cuidando la respiración.

También hay que pagar por morir,

no lo olvide,

y es cara la noche en el cementerio

Trabajo

Su texto inicial (el homónimo), es él mismo, su letra desdichada pero precisa. Sus ganas de gritar, aunque no le importe si lo escuchan o la subliminal intención de reconocer que su objetivo es incomodar al mainstream de la literatura con sus precisiones sacadas de la manoseada televisión nacional.  

Como experimentado habitante de la ruidosa y variopinta capital, tuve mi primer encuentro con páginas que desprenden olor al ají de la vecina de la cuadra, tamales y vómito de amigos que se saltan la reja de la universidad para ir a jugar billar. Sí, es toda una odisea que se debe leer con servilleta, guantes (los de comer lechona) y botas para el barro.

Otro curioso, que hace parte de su elaborado sancocho bogotano, es la prosa con intención de tesis, en la que nos lleva a explorar los referentes que han influenciado, no sólo el saber envolver las palabras en un bloque de papel, sino su vida misma, que tiene tantos excesos como ganas de dejarlos.

Su escritura invita a engordarnos, ser irracionales, llenarnos sin miedo de pelos de gato, enamorarnos (y también perder en el intento), pero, sobre todo, a que cada cosa de esta y otras listas de lo prohibido por los médicos y autonombrados especialistas de lo que sea, nos permita visualizar esa anatomía de la felicidad, pasada por un poquito de sentido común y congestionada de arte.

Haciendo memoria de las veces que he hablado personalmente con el autor, descubrí que la más extensa y profunda charla que hemos tenido, fue cuando leí su obra…

Confesión para ser absuelto de mí mismo

Juan Carlos Carvajal Sandoval

70 páginas

Año: 2020

Acid House Ediciones

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